sábado, 19 de abril de 2014

GUARRINZA-IBÓN DE ESTANÉS

DISTANCIA: 18 kms.
TIEMPO: 6 horas y 46 minutos paradas incluidas.

Aprovechamos la Semana Santa para volver a los Pirineos.Esta vez nos decantamos por ir a Ansó.El viernes aprovechamos a hacer una primera toma de contacto de unas dos horas y media con la montaña, ya que habíamos viajado por la mañana.Y dejamos para el sábado el plato fuerte del fin de semana.Nos adentramos en el Valle de Hecho para hacer la ruta desde el aparcamiento de Guarrinza hasta el Ibón de Estanés.
Las previsiones meteorológicas eran inmejorables para el sábado.Decidimos madrugar ya que en la Oficina de Turismo de Ansó nos dijeron que a partir de las 18.00 horas se esperaba un empeoramiento y dado que teníamos como una hora de trayecto, era mejor prevenir que curar.
Salimos de Ansó sobre las 9 de la mañana.Bien desayunados gracias a los manjares de Casa Baretón emprendimos la jornada con algo de miedo por ver cómo respondía la rodilla de Ana después de su lesión.
Tomamos la carretera hacia Hecho y seguimos esa carretera para adentrarnos en el Valle de Hecho, Siresa, Selva de Oza y la angustiosa garganta  de la Boca del Infierno.

Valle de Hecho

Cuando llegamos a la Selva de Oza echamos de menos alguna señalización hacia el aparcamiento de Guarrinza.Aunque lo que habíamos mirado de la ruta ponía que era seguir toda la carretera hasta que se termina el asfalto y seguir la pista hasta que no se pueda continuar.Al principio de entrar en la pista aún no las teníamos todas con nosotros pero al ver que más y más coches nos seguían por detrás y viendo además la dirección hacia el Este de la pista, vimos que íbamos por el lugar correcto.Llegamos al aparcamiento de Guarrinza.Una placa indica el número de vehículos permitido.Acertamos en lo de madrugar ya que estaba ya bastante lleno.Nos preparamos y sobre las 10 de la mañana comenzábamos la ruta.
Empezamos sorteando el primero de sucesivos torrentes y arroyos mediante un puente construido.Siguiendo la pista se va ascendiendo poco a poco, dejando a mano izquierda el río Aragón Subordán y el valle formado por el río.De vez en cuando mirábamos hacia atrás y contemplábamos las vistas.


Pasado un kilómetro y medio nos encontramos con el primer problema que solventar.El deshielo hacía que tuviésemos que atravesar ciertos arroyos o torrentes bastante grandes, por lo que tocó descalzarse la primera vez.El agua fría como un témpano.Eran sólo 3 metros pero los pies se quedaron doloridos por el agua.Al poco nos dimos cuenta que otros senderistas cruzaban el arroyo subiendo por entre unas rocas y pasando más arriba de roca en roca.Bueno, en ese momento vimos que era la mejor opción la que hicimos nosotros.Viendo y aprendiendo.
Vimos también unas bonitas cascadas que hacía el río.


Pasada la media hora de camino, sobre unos dos kilómetros, comenzó una subida en zig zag que nos llevaba al refugio de pastores.Había un atajo mucho más corto pero más duro, pero por miedo de cargar la rodilla, seguimos por la pista.Eso sí, nos encontramos ya con las primeras nieves.Y por ser la pista una zona sombría, había de ir con cuidado de no resbalar, ya que la pista terminaba en la pendiente del valle.Quizás la opción del atajo fuese la más dura pero la menos peligrosa.
Al parecer estábamos eligiendo las opciones peores de la ruta.



Seguíamos ascendiendo y volviendo la vista atrás podíamos disfrutar de vistas aún mejores debido a la altura ganada.


En torno a la hora y 10 minutos llegábamos al refugio de pastores, a partir del cuál se abría el Valle de Aguas Tuertas.A partir de aquí se abre un valle espectacular, con el río formando unos meandros magníficos.Son algo más de dos kilómetros de valle, que debido a la nieve hace que la caminata sea un poco una ruleta de la suerte, ya que cada paso entrañaba el riesgo de resbalar, enterrarse en nieve o hundirse en fango, lo que hizo muy entretenida la caminata.




Vimos que era mejor pisar la nieve que intentar ir por el valle.Mucho más limpio y siempre que siguiésemos las pisadas, más seguro también.A mitad de valle tuvimos la suerte de ver corretear a dos sarrios cerca de nosotros.

Pareja de sarrios

Otro tipo de sarrios

Llegando al final del valle y preguntando a más senderistas, nos entraba la duda de si habría posibilidad de llegar al ibón por motivo de la nieve.Además la nieve tapaba casi todas las marcas de GR11, por lo que ir sin brújula y sin GPS dificultaba todo.Pero decidimos seguir.Nos tocó volver a descalzarnos para atravesar el río.Varios senderistas nos habían dicho que no había otra forma de franquearlo, que llevaban varios kilómetros siguiendo el cauce y que no habían visto forma de cruzar sin mojarse.Como ya lo habíamos hecho al principio de la ruta no nos costó el volver a hacerlo.Eso sí, el agua mucho más fría si cabe y mucho más ancho el río.Qué frío!!!


A partir de aquí coincidimos con una pareja navarra y una familia vasca con los que decidimos acometer el ascenso al ibón juntos.Ya entrábamos en zona de nieves y era mejor ir varios, para entre todos buscar las mejores opciones de cara al ascenso.Íbamos un poco perdidos ya que se veían huellas en varias direcciones.Aprovechando a lo lejos la presencia de un cartel, ya que marcas de GR era mejor no buscar, decidí acercarme para ver el cartel.Bingo!!!Localizado el camino.


No íbamos por el camino correcto.Gracias al cartel rectificamos y ya empezamos a seguir esas marcas en la nieve.Unos chicos vascos nos calcularon el tiempo para llegar al ibón.Hora y media aún.Hora de parar y tomar algo para reponer fuerzas.
Tras comer algún fruto seco y alguna barrita, proseguimos la subida.
El tramo final es el de mayor pendiente y había que mirar bien dónde pisábamos.Siempre procurábamos pisar sobre huellas anteriores hechas en la nieve.
Tras un giro a la izquierda y atravesar una explanada, se descubre ante nosotros el Ibón de Estanés.Aún nevado y solamente con las orillas desheladas y manifestando un azul turquesa precioso, las vistas que se nos abren merecen la pena tras 4 horas de caminata.Allí mismo hacemos un alto para hacer la comida fuerte de la excursión.Decidimos no bajar hasta el ibón ya que serían otras dos horas o incluso más y se nos haría tarde para el regreso en previsión de tormentas.Queda pendiente para otra vez, ya con el ibón sin nieve, bajar hasta el lago.
Tras el parón y tras embadurnarnos de crema otra vez, emprendimos la vuelta, volviendo por el mismo camino y tardando 2 horas y 45 minutos para llegar al coche, ya sin ninguna duda sobre la ruta y con la única variante de la bajada del refugio por el atajo.Eso sí, nos dimos cuenta de los cambios en cuanto a caudal que tenían los arroyos de por la mañana a por la tarde, eran importantes, mucho más caudalosos por el deshielo de todo el día.















Hasta otra vez que nos calcemos las botas.